GTD es un sistema de productividad personal que permite, no sólo hacer las cosas de una manera eficiente, sino también eliminar el estrés que provoca el exceso de compromisos que todos adquirimos con demasiada frecuencia. David Allen, creador de GTD, sabe que este exceso de compromisos, aunque agobiante, no es el culpable real de nuestra angustia.
El estrés aparece, principalmente, cuando no llevamos las riendas de lo que nos acontece. Por supuesto, todos estamos a merced de circunstancias externas, que no podemos controlar. Pero podemos aprender a convivir y cooperar con ellas, haciendo que el estrés desaparezca. Para ello hemos de coger de nuevo el timón y dejar de preocuparnos por la gran cantidad de cosas que tenemos que hacer.
La razón principal por la que te sientes mucho mejor después de implementar las propuestas de GTD — recopilar todas las cosas que llaman tu atención, procesarlas, organizarlas y gestionar intuitivamente todo tu trabajo — no es que tengas menos cosas que hacer, es que has cogido el timón y empleas tu energía de forma positiva para dirigir tu universo.
La forma de tener el control es, por lo tanto, hacer caso a cada cosa que demanda tu atención, decidir qué quieres hacer con ella y definir cuál es la siguiente acción. Solemos ignorar las pequeñas cosas porque creemos que, al no ser tan importantes, no merecen nuestro tiempo. Al contrario, esas pequeñas cosas sin hacer están constantemente, implacablemente, actuando sobre tu cerebro. No te dejan concentrarte en otros proyectos más importantes y merman tu productividad. Si no te enfrentas a las pequeñas acciones, éstas crecerán en número rápidamente y se convertirán una carga que te impedirá enfrentarte a objetivos mayores.
Por eso GTD, a diferencia de otros sistemas, propone un enfoque estratégico de abajo arriba. Es decir, en vez de empezar definiendo tus grandes objetivos, e ir desglosándolos en proyectos y acciones, debes empezar haciendo un inventario de todas tus acciones pendientes. Éstas definirán cuáles son tus proyectos actuales. Tus proyectos establecen tus áreas de responsabilidad y éstas, tus metas en la vida.
La razón de que este enfoque sea más efectivo, es que la mayoría de la gente está tan ocupada con su día a día que su capacidad para concentrarse en objetivos de mayor alcance está bastante mermada. Si te pones al día con tus cosas pendientes y aprendes técnicas que te permitan mantener ese estado, tendrás la energía y la creatividad necesarias para abordar mayores empresas.
Toma el control. Hacer pequeñas acciones crea un impacto muy positivo en tu productividad y te permite progresar. Las pequeñas cosas, hechas con regularidad, te ponen en movimiento y eliminan distracciones para que te puedas concentrar en experiencias más interesantes. La pequeñas cosas son la clave si no quieres ser una víctima de los detalles de tu vida. El juego real se juega a otros niveles.
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