Porqué nos encanta hacer cosas sin importancia

Las listas de tareas pueden ser muy útiles si se utilizan correctamente. El problema es que muchas veces se utilizan mal. Uno de los errores más comunes es anotar cosas fáciles que podemos tachar al momento para poder sentirnos bien.

Es, por supuesto, un error casi siempre inconsciente. Al llenar nuestra lista de cosas sencillas que podemos hacer en muy poco tiempo, fomentamos que nuestro cerebro sienta la satisfacción que produce terminar una tarea. Alentamos nuestra necesidad de cierre cognitivo.

Como resultado, dedicamos una gran cantidad de tiempo a pequeñas tareas sin preguntarnos si nos llevan a conseguir alguna de nuestras metas. Preferimos pasar un montón de horas respondiendo emails sin importancia en lugar de hacer un estudio de mercado vital para nuestro trabajo, sólo porque resulta mucho más satisfactorio vaciar nuestra bandeja de entrada.

Esta forma tan habitual de decidir la próxima tarea a realizar, en función de lo “tachable” que sea (lo que mi amigo José Miguel Bolívar llama “índice de tachabilidad”) es, sin duda, una de las principales causas de procrastinación.

Una de las grandes contribuciones de GTD es que proporciona criterios de decisión muy sencillos y mucho más objetivos, que te ayudan a decidir qué debes hacer ahora e, incluso, qué deberías no hacer nunca. Utilizar esos métodos de forma habitual supondrán un gran salto en tu productividad personal, aunque establecer este tipo de hábitos nunca es fácil. Claro está, me refiero a la productividad real, la que no tienen nada que ver con tachar tareas.