Productividad Personal
Por qué necesitas una mentalidad de crecimiento y cómo conseguirla
AUTOR: Francisco Sáez“Si imaginas menos, menos será sin duda lo que mereces.” ~ Debbie Millman
Se dice que tienes una mentalidad de crecimiento si eres de esas personas que creen que—invirtiendo suficiente tiempo, esfuerzo y estudio—pueden adquirir cualquier habilidad. Si crees que las habilidades son innatas a las personas y que, simplemente, no puedes hacer aquéllo para lo que no has nacido, entonces tienes una mentalidad fija.
Las personas con mentalidad fija tienen un gran miedo al fracaso porque lo ven como una señal de su debilidad o escasa habilidad en un determinado terreno. A las personas con mentalidad de crecimiento no les importa demasiado el fracaso porque saben que pueden aprender de él y mejorar su rendimiento.
Carol Dweck, doctora en psicología y profesora en la Universidad de Stanford, ha estudiado cómo influyen estos tipos de mentalidades en la vida de la gente, y ha llegado a la conclusión de que las personas con mentalidad de crecimiento tienen más éxito en todos los aspectos de la vida y viven con menos estrés (puedes leer el resultado de su investigación en su propio libro de 2006, Mindset: La actitud del éxito).
Una persona con mentalidad fija ve el esfuerzo como algo innecesario. Tenderá a evitar los desafíos, se rendirá antes cuando aparezcan obstáculos, ignorará las críticas y se sentirá amenazada por el éxito de los demás. Como consecuencia de todo ello, se estancará antes y nunca alcanzará su potencial.
Una persona con mentalidad de crecimiento ve el esfuerzo como el camino hacía la maestría. Aceptará los desafíos a pesar del riesgo, luchará contra la adversidad, aprenderá de las críticas y encontrará inspiración en el éxito de los demás. Como consecuencia, logrará mayores éxitos.
La buena noticia es que se puede trabajar sobre una mentalidad fija y convertirla en una de crecimiento. La mejor manera de lograrlo es mediante la práctica deliberada. Debes actuar, dar pequeños pasos aún en contra de tus creencias. Son tus acciones diarias las que cambian tu percepción de ti mismo.
Por ejemplo, si has desistido de hacer deporte porque crees que no es lo tuyo, prueba a correr tan solo un kilómetro a un ritmo en que te sientas cómodo. Repítelo otro día, y otro… y otro. En unos días estarás corriendo dos kilómetros fácilmente, y en unas semanas, cinco. Con los meses verás que incluso puedes aumentar el ritmo poco a poco y conseguir unos tiempos decentes. En contra de lo que crees, tu identidad podría terminar incluyendo el adjetivo “deportista”.
Si crees que lo de “estar organizado” no es para ti o que eres un procrastinador natural, estás limitando mucho tu desarrollo personal y vas a desperdiciar una buena parte de tu vida solo por no intentar mejorar. Empieza a practicar los pasos que te harán más productivo. Céntrate en el proceso, no el resultado final (que ya llegará), y la transformación se productirá.
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