Productividad Personal
Cómo combatir la parálisis por análisis
AUTOR: Francisco Sáez“Lo perfecto es enemigo de lo bueno” ~ Voltaire
La parálisis por análisis es una forma activa de procrastinación. Seguro que la has sufrido más de una vez. Es el término por el que se conocen esas situaciones en las que estás dándole vueltas a las cosas en tu cabeza una y otra vez, sin llegar nunca a tomar una decisión.
El exceso de análisis te lleva a reunir tal cantidad de información que cada vez resulta más complicado tomar la decisión correcta. Y, por miedo a equivocarte, no avanzas. El miedo al fracaso forma parte de la naturaleza humana.
Este problema se puede dar tanto en situaciones personales como en cualquier tipo de proyecto. Tradicionalmente se ha manifestado de forma habitual en proyectos de desarrollo de software, donde el exceso de análisis, requerimientos y prototipos han llevado a sonados y costosos fracasos. Por eso, los sistemas tradicionales se han ido sustituyendo poco a poco por sistemas más ágiles en los que se piensa menos y se pasa rápido a la acción.
Pensar y analizar demasiado puede llevar a situaciones totalmente improductivas, en las que el coste de tomar una decisión es tan elevado que al final superará el beneficio de haberla tomado, sea cual sea esa decisión.
Además, pensar más de la cuenta para resolver una situación concreta consume tu fuerza de voluntad y debilita tu disciplina, de modo que tu rendimiento, tu productividad y tu creatividad se ven mermados. En definitiva, el exceso de análisis provoca una reacción en cadena que afecta a tu efectividad general.
Superando la parálisis
El patrón contrario a la parálisis por análisis sería el definido por el término satisficing, que sugiere elegir la primera opción que hayas evaluado como suficientemente razonable. En realidad, éste es nuestro patrón estándar — el ser humano tiende a optimizar el proceso de toma de decisiones siguiendo este patrón.
No busques una solución perfecta desde el primer momento. Concéntrate en lo importante e ignora los detalles, al menos al principio. No pierdas el tiempo con cosas que, de todas maneras, seguramente cambiarán más adelante.
No consideres que estás tomando una gran decisión, sino múltiples decisiones más pequeñas. Cada decisión que tomas no es definitiva, se puede ir matizando y corrigiendo con las siguientes decisiones.
Si ves que no terminas de arrancar, pon límites para reducir el número de posibilidades. Jeff Boss aconseja en este artículo establecer una fecha definitiva de compromiso en la que, o bien tienes ya una decisión tomada, o bien ya no tienes que tomarla porque abandonas la tarea o proyecto en cuestión.
Comparte el problema con personas de tu confianza y pide consejo. Muchas veces nos ofuscamos con problemas absurdos que desaparecen en cuanto los comentamos con alguien que no está sumido en la misma espiral mental que nosotros.
Chip y Dan Heath, autores de Cambia el chip: Cómo afrontar cambios que parecen imposibles, dicen que, en lugar de dejar que la ansiedad te paralice, puedes sacarla a la luz realizando un pre-mortem, un ejercicio en el que imaginas todas la maneras en que tu decisión podría acabar siendo un desastre. Entonces puedes cambiar el chip y empezar a ser constructivo, haciendo un brainstorming sobre las formas de prevenir o reducir al mínimo todos esos escenarios negativos.
Algo que a mi me funciona bastante bien es simplemente dedicarme a otra cosa, cambiar mi atención hacia otra actividad para que mi cerebro deje de dar vueltas sobre el mismo tema. Lo dejo estar un tiempo sin preocuparme por ello. Con el tiempo, la madeja de pensamientos se va deshaciendo y ordenando, las ideas van tomando forma, y todo ese lío mental va cristalizando en algo mucho más definido. Entonces, con la mente fresca y las ideas claras, vuelvo a la tarea.
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