Getting Things Done - GTD
No limpies la casa, mantenla limpia
AUTOR: Francisco Sáez“Un lugar para cada cosa y cada cosa en su lugar.” ~ Mrs Beeton's Book of Household Management.
Si eres como la mayoría de las personas, seguramente te gusta tener la casa limpia pero no te gusta nada limpiar. Además, seguramente te apetece menos limpiar cuanto más sucia está la casa. A medida que se va acumulando el polvo, la cantidad de ropa sucia va aumentando y el desorden se va generalizando, la idea de ponerse a limpiar cada vez parece más terrible. Y todo está cada vez más sucio. Y ganas de limpiar, cada vez menos.
Pero, si lo piensas bien, ¿qué es lo que hace que limpiar sea tan horrible? Coger una camisa sucia y llevarla al cubo de la ropa sucia son 10 segundos. Lavar los platos después de comer, 3 ó 4 minutos (si tienes lavavajillas, 1 minuto). Pasar un paño por la vitrocerámica después de cocinar, 30 segundos.
Las acciones necesarias para limpiar, vistas de una manera individualizada, no son tan horribles. El problema, según apuntan Chip y Dan Heath en su libro Cambia el chip: Cómo afrontar cambios que parecen imposibles, es que cuando nos proponemos la tarea de “limpiar la casa”, esta tarea sólo concluirá cuando la casa esté totalmente limpia. Y cuando nos imaginamos el camino que hemos de recorrer hacia ese resultado final (habitaciones, baños, comedor, cocina, armarios, suelos, etc.), lo encontramos literalmente excesivo.
Este círculo vicioso no solo afecta a la limpieza de tu casa, sino a otras muchas cuestiones relativas a tu efectividad y productividad personal. Como dice la Teoría de las Ventanas Rotas, cuando se produce un pequeño deterioro en cualquier organización y no lo arreglamos pronto, la sensación de abandono se impone y el sistema tiende a continuar deteriorándose ad infinitum.
No tendrás que limpiar la casa si la mantienes siempre limpia. En el gimnasio al que voy hay un cartel que dice “deja las cosas tal como te las has encontrado”. Si cada vez que alguien utiliza un aparato, unas mancuernas, unas pesas, etc., las deja en el mismo sitio al finalizar el ejercicio (cosa que no todo el mundo hace), el gimnasio estaría perfectamente organizado las 24 horas del día, sin necesidad de ninguna ayuda adicional.
Estar bien organizado es muy fácil en realidad: capturas cada cosa que llega a tu cabeza, aclaras con cierta frecuencia qué significan en tu mundo todas esas cosas que has capturado, y pones cada cosa en su sitio. El problema viene cuando dejas que la suciedad se acumule.
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