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La pandemia del Coronavirus ha arrasado el mundo de formas que mucha gente ni siquiera podía imaginar. La enfermedad, que ha infectado a más de dos millones de personas en todo el mundo, ha hecho mucho más que enfermar a la gente. También ha tenido un impacto en el mercado laboral.

Los avances tecnológicos han supuesto muchos cambios en el mercado laboral; los trabajadores pueden trabajar como si fueran autónomos y los jefes pueden montar equipos en remoto con pocos inconvenientes. El teletrabajo les permite a los empleados una flexibilidad muy necesitada que posibilita el que trabajen sin tener que obedecer el horario tradicional de 9 a 5. Los jefes, por el otro lado, ahora pueden delegar algunas habilidades a gente que esté en otro continente, sobre todo cuando el talento que necesitas no se encuentra en tu mercado laboral local. El teletrabajo también ha permitido que las empresas (o los empresarios) se ahorren gastos eliminando el dinero que cuesta una oficina física. El teletrabajo es claramente una tendencia positiva para los negocios.

Juguemos a asociar palabras. Atleta-Deportista, Júpiter-Planeta, Héroe-Spiderman, Dios-Griego, Equipo-Espíritu…. ¡Para ahí! Hemos llegado a la cuestión del día. Existe una razón por la que no podemos separar el término espíritu de equipo. Refleja muy bien un grupo de personas bien orquestadas, que trabajan eficientemente hacia un objetivo común. Pero al mismo tiempo, ese término puede convertirse en tu peor pesadilla, especialmente si se rompe en dos y los dos bandos no se llevan bien.

¿Por qué las reuniones de equipo sufren críticas tan desfavorables? Porque un número muy grande de ellas acaban estando mal organizadas, son excesivamente largas y no tienen rumbo, como lo refleja el estado de ánimo de los asistentes. De hecho, incluso las reuniones administrativas y de equipo, que deberían ser cada vez más atractivas según la experiencia de los participantes va creciendo acerca de todo lo que se ha conseguido, son frecuentemente más insoportables que provechosas.

La eficiencia de la oficina es el objetivo tácito de todo lugar de trabajo. Cada empleado sabe que para que el negocio tenga éxito y para crecer en su propia trayectoria profesional, debe ser lo más eficiente posible, manteniendo al mismo tiempo un alto nivel de calidad en su trabajo.