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Uno de los principios fundamentales sobre los que se asienta la metodología Getting Things Done (GTD) para lograr una vida efectiva con el mínimo de estrés, es la necesidad de mantener la cabeza limpia.

Para muchos empleados, el email puede ser una herramienta útil o un auténtico desastre. Aunque el email ha facilitado la comunicación, una bandeja de entrada complicada puede ser un obstáculo para la productividad y frustrar al usuario. Esto es especialmente preocupante cuando consideras lo esencial que es el email para determinados trabajos.

Supongo que conoces Pocket. Se trata de un servicio estupendo que te permite guardar enlaces de todo tipo para leer o ver más tarde. Se integra perfectamente con las principales redes sociales, con tu email, con tus navegadores y con tus dispositivos móviles, de modo que cuando encuentras algo que parece interesante, sea donde sea, y no tienes tiempo suficiente para verlo con detenimiento, puedes capturarlo con un simple click para verlo en otro momento. Francamente, me parece una idea genial.

En los foros sobre productividad personal, GTD y, sobre todo, aplicaciones relacionadas con gestión personal, siempre encuentro un número no pequeño de personas muy preocupadas por cuestiones relacionadas con la velocidad. Que porqué necesito hacer dos clics de ratón cuando podría hacer solo uno, que porqué no hay un atajo de teclado para cada operación se puede hacer con la aplicación, qué porqué realizar un determinado proceso tarda unos minutos en lugar de unos segundos, etc.

A todo el mundo le gustan las herramientas. Las herramientas nos excitan. Nos proporcionan poder. Nos frenan. Una herramienta poco afilada no te permite hacer mucho. Una herramienta muy afilada te permite apuñalarte a ti mismo.