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Para ser productivo a lo largo del día no basta con tener un sistema de organización personal funcionando a la perfección. Necesitas tener capacidad de atención para poder concentrarte adecuadamente en cada tarea y, además, energía para enfrentarte a ellas. Si no eres capaz de gestionar estos parámetros podrías tardar dos horas en hacer algo que se puede hacer en una hora. Tu eficiencia se vería reducida dramáticamente.

¡Lo quiero para ayer! ¿Alguna vez has tenido que oir eso? Personalmente, me gusta visualizar a quien dice ese tipo de cosas, envuelto en plástico y tumbado en la mesa de Dexter Morgan.

Después de la última crisis económica, parece que tenemos que aprender a ser más productivos, a hacer más con menos. Esto ha llevado a que, en los últimos años, sobre todo las pequeñas empresas y los trabajadores autónomos, hayan limitado un tanto sus vacaciones.

Resulta curioso que cuando nos damos cuenta de que nuestra productividad personal no es tan buena como nos gustaría, lo primero que hacemos es buscar nuevos sistemas, métodos o aplicaciones que nos ayuden a estar mejor organizados. Instintivamente, echamos balones fuera: “Si no soy productivo es porque las herramientas que utilizo no encajan bien conmigo”.

Desgraciadamente, cada vez tenemos más asumido que trabajar bajo mucha presión es lo más natural del mundo. Es como si fuera parte del juego. Como si estuviera incluido en nuestro sueldo. ¿Nos pagan para sufrir? ¡De ninguna manera! La presión con la que se trabaja en muchas empresas, y el estrés derivado de ella, son problemas que afectan tanto al empleado como a la empresa, y los dos deberían tratar de eliminar ese problema.